MADRID, 11 (SERVIMEDIA)
El estudio de la microbiota intestinal y la conexión conocida como «eje intestino-cerebro» demuestran tener una relación directa en el desarrollo de enfermedades como la depresión o la ansiedad, entre otras patologías, según una investigación.
Así se desprende del estudio de Yolanda Sanz, investigadora que lidera el grupo de Ecología Microbiana, Nutrición y Salud en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC) que se centra en la investigación del microbioma humano, es decir, de los microorganismos y genes que cohabitan en nuestro cuerpo.
Los investigadores indagan en el papel que desempeña la microbiota intestinal en la transición de la salud a la enfermedad, mediante su interacción con la dieta y los sistemas inmunitario y neuroendocrino del organismo humano. Entre las patologías investigadas se incluye un amplio espectro que va desde la obesidad hasta las afecciones neurológicas.
«La microbiota intestinal nos protege frente al impacto de factores ambientales adversos (dietas deficientes, antibióticos o agentes infecciosos) e interactúa con diversos órganos y sistemas, regulando múltiples funciones fisiológicas (metabólicas, inmunitarias, neurales…) que son claves para nuestra salud», explicó Sanz.
Agregó que «numerosos estudios demuestran que las perturbaciones de la microbiota intestinal pueden romper esta relación de simbiosis y contribuir al desarrollo de diversas enfermedades, desde patologías intestinales a otras muchas de tipo metabólico, mental o autoinmune».
BACTERIAS Y SALUD MENTAL
Por ello, el equipo de Yolanda Sanz trabaja en la «selección de bacterias intestinales clave que podrían aportar beneficios para la salud» y que podrían servir para diseñar estrategias dietéticas que, mediante la modulación del microbioma, reduzcan el riesgo de enfermedad.
En 2020, el grupo de Sanz patentó la bacteria ‘Christensenella minuta’, presente en el intestino de individuos sanos, que se podría utilizar para prevenir o tratar los trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad.
«En los primeros ensayos observamos que la especie ‘Christensenella minuta’ era una buena productora de serotonina in vitro; este fue un hallazgo interesante porque este neurotransmisor está en bajas concentraciones en los sujetos que sufren depresión y en los que padecen estrés, que es un factor de riesgo para el desarrollo de la depresión, y desempeña una función crucial en la regulación de las emociones. Además, ejerce una función importante en la capacidad cognitiva», concluyó la investigadora.